17.4.13

Nuestr@s alumn@s escriben... Federico Seijo 2do. año



Era un 25 de marzo de 2513. Federico se paseaba por las habitaciones de su hogar,  buscando algo entretenido que pudiera acabar con su angustioso aburrimiento. Se encontraba en su habitación,  revisando bibliotecas y cajones. 
Nada le servía para matar el tiempo.
Se acercó hacia el ropero,  lo abrió y distinguió algo extraño entre la ropa.  Federico,  interesado, se metió entre las prendas y cogió una peculiar caja de metal que se hacía ver entre los pulóveres de tela sintética. 
Lo miró sorprendido.  Era rectangular,  con algunos botones por encima.  Un extenso óvalo se extendía por el frente del aparato.
Asombrado,  intentó encenderlo o simplemente revisar si alguna respuesta recibía al apretar esos pequeños botones.  La extraña máquina no producía ni movimientos ni sonidos.
El muchacho,  al ver que era inútil el objeto,  lo lanzó de vuelta hacia el ropero.  La caja metálica,  voló por el aire y terminó cayendo en la ropa.  El impacto hacia las prendas,  produjo que una luz blanca y veloz,  saliera disparada del objeto, y cubriera toda la habitación.
Federico,  asustado,  pero aún con la duda, volvió hacia el objeto. Lo volteó y observo en su pantalla la imagen de su habitación, dibujada en la pantalla.
Ya sabía lo que ocurría.
Tomó de la biblioteca sus lentes de captación instantánea,  se los puso, y sacó una foto a su habitación,  la que comparó contra la del objeto.
Supo en ese instante,  que se trataba de una cámara,  una cámara que había perdurado allí,  en su ropero, hace no se sabe cuántos años.
Finalmente, se sacó los lentes,  cerró el ropero,  y metió el artefacto antiguo en su bolsillo,  para salir de su habitación e ir a enseñárselo a sus amigos.
Una cámara extraordinaria, que ahora no existía, aparecería una vez más frente a los ojos de la gente.
FIN.-

Federico  Seijo 2do. año

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