Sharon es alumna del nivel medio y escribió este cuento junto a su profesora Patricia. Ella nos cuenta que le gusta mucho leer y escribir.
Gracias Sharon por compartir en nuestro blog este hermoso cuento!!!!
Apreciamos una tarde larguísima, casi interminable,
que no asoma ni un centésimo de noche .Barrio Norte, Suipacha 78, allí alberga
una mujercita de cabellos revoltosos, traviesa un poco ,que lleva en su rostro
una mirada angelical ,y si no fuese porque ahora mismo estaba sentándose en su
butaca para presenciar lo que parecía ser no una de las muchas clases de magia,
sino esa, no sobresaldría de la
cotidianidad.
Cleutermun desinfoneba, jamas hemos pasado por
este conjuro Cecilia, así que debes de prestar atención.
Y Cecilia lo miraba quieta, quietísima-
-Podemos salir, escapar de nuestra envoltura
para trasladarnos a otro lugar sin que esto asuste, despegarnos, en ocasiones,
de la piel, comprende una transición por la cual separamos el cuerpo de nuestro
ser, que es en definitiva, lo más importante.
Ahora comenzaba a entender, se trataba de una
clase especial .Él había cerrado cuidadosamente cada cortina y mandado a madre a comprar.
Siempre le gustó escucharlo, aunque no siempre
entendía y pronto acababa por confundir las ideas spiritum santo círculo de
krohn nefaste espiritual, sincronía, trucajes.
Esta vez, Cecilia no apoyaba sus codos sobre
el banco y tampoco agarraba su cabeza en el intento de sostenerla para que no
cayera en el sueño, ni se zambullía en pensamientos torpes, enamoradizos, mientras
simulaba atender. Ahora lo miraba con los ojos desbordantes y él .aún con su
aspecto frío, duro, parecía envuelto en un ritual que lo conmovía, que lo hacía
enorgullecerse, quizás, de su nuevo experimento.
-Imagínate los pingüinos, por ejemplo, que
pierden toda una eternidad hibernando, amontonados, todos es una especie de
madriguera ,seguramente pequeña para resguardarse del frio. Imagínate cuánto
preciado tiempo pierden inútilmente dormidos, ellos, que ante sus ojos poseen
enorme paisajes de cristal blanco para hacer lo que se les ocurra. Bueno, es sólo
un ejemplo, claro. Los pingüinos no deben tener muchas obligaciones ni
ambiciones. Pero los humanos, nosotros….
Volvía una tarde a su casa de la escuela,
llevaba un vestido largo, rosado, estrenado para la primavera, entró, era día
de clases, su padre, en el vestíbulo de abajo la estaría esperando junto con la
pizarra, el caldero, las varas,el marcador especies de insectos disecados, muertos,
nauseabundos, como modelos, modelando en vidrieras por doquier.
Y en efecto allí estaba, con el traje de
siempre y su barba prominente.
Cecilia se arrodilla, cae a su pecho, lo toca,
no se mueve. Ni para abajo ni para arriba, no pestañea, ,no tose ,esta pálido
.Ahora entiende.
Recuerda aquella
clase, y aliviada, entiende..Lo cubre con una manta, apaga la luz.
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